miércoles, 18 de abril de 2012

Puedes cerrar los ojos si no quieres ver algo, pero no puedes cerrar el corazón si no quieres sentir algo.

Esos momentos en los que te juras a ti misma no volver a enamorarte más, no quieres sufrir más, no quieres que te hagan más daño, no quieres volver a cometer los mismos errores, esos momentos en los que te decides a no volver a pensar en empezar una relación con otro, simplemente porque llegas a la conclusión de que todo tiene un bonito principio pero un triste final.
Y, de repente, un día cualquiera de un mes cualquiera aparece. Es ese chico que a partir de entonces no podrás sacarte de la cabeza, mirarás sus fotos con una risa tonta y empiezas a escuchar canciones de amor pensando en él; es entonces cuando te das cuenta de que has roto tu promesa y que no has podido evitar caer en la trampa y decides esquivar esos pensamientos e incluso dejar de hablarte con él, pero sabes mejor que nadie que tus sentimientos hacia él no van a cambiar.

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